EL NAZARENO HOY

La capilla del alba sintetiza el sentido y origen de esta tradición del Nazareno hasta el siglo XVII. No es difícil de examinar y comprender cómo se desarrolló la historia posterior del Nazareno hasta nuestros días. Basta con ir a los datos históricos conocidos y observar los movimientos de la Iglesia en general que van marcando de forma decisiva la vida de las comunidades religiosas de toda la Cristiandad.

La espiritualidad tan profunda que se refleja en los retablos de la Capilla del Alba, da cuenta a su vez de aquello que se experimenta de puertas para afuera del templo y que se manifiesta en rituales públicos. Vivimos siglos, los del último tercio del XVI en adelante, donde se vive profundamente el auge devocional de las manifestaciones populares. Entre ellas, se encuentra en primera línea la devoción y manifestación de la Pasión de Cristo.

Vivimos momentos, los del XVI y XVII, de reformas espirituales y de Iglesia. Y por eso, el trasfondo de estas manifestaciones populares se encuentra, sin duda, en el aire nuevo surgido del Concilio de Trento (1545 y 1563) que imprime un sentido de reforma muy influenciado por la Reforma protestante. El giro impuesto por Lutero con el protestantismo recibe en contrapartida la reacción de todo el pueblo católico. Y esta reacción se plasma en manifestaciones populares en forma de desfiles procesionales que hacen público y manifiesto dimensiones religiosas como la veneración de la imagen de Jesús y el sentido profundo de la Pasión del Señor.

En las últimas décadas del XVI la comunidad del Deán debió de experimentar alguna de estas manifestaciones entornó a Jesús Nazareno muy vinculadas a las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa. Sin duda, latía en esta realidad el peso de la tradición de D. Juan de Linares. Se abría con ella un nuevo campo de manifestación de la Pasión de Cristo, pero en tanto que intercesor de la vida y la muerte, y más allá de las fechas de Semana Santa.
Conviene señalar que los clérigos de la Cofradía de la Concepción serían los verdaderos impulsores de esta celebración proveniente de siglos atrás, teniendo en cuenta que tal celebración daba sentido al culto y prácticas litúrgicas que estos hombres realizaban en su hermandad de carácter inmaculista (IMAGEN 1).

A lo largo de los siglos XVII-XVIII la tradición en torno a la imagen del Nazareno fue haciéndose  más importante y popular. Probablemente se fue desligando de los oficios de Semana Santa y adquiriendo personalidad religiosa propia, pero ya en otra fecha, asentada en la leyenda de don Juan de Liñares. De este modo, el Nazareno conservaba su propia realidad histórica y legendaria, que bien pudiera haber desaparecido en la liturgia Pascual. El Triduo Pascual sería reflejo de ese rito Nazareno en la cruz, que es descendido para salvación y vida de todos. Y en este sentido, tenemos la imagen del Cristo del descendimiento propia de esta época (IMAGEN 2).

La importancia de esta tradición como celebración independiente y comunitaria la encontramos a finales del siglo XVIII. El acontecimiento del Nazareno era la muestra de religiosidad más importante de la Parroquia de Santiago do Dean. Por ese motivo personajes ilustres y con capacidad económica deciden hacer ofrendas al Nazareno. La principal es la realizada por el Cardenal de la Iglesia Compostelana, D. Ángel José Patiño que manda construir la capilla actual que alberga la imagen de Jesús Nazareno. La capilla se inaugura en 1806 (IMAGEN 3).

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Esta devoción se desarrolla a lo largo del siglo XIX claramente centrada en el Nazareno y su tradición, y  entra en el siglo XX formando parte indisoluble de la identidad de Pobra do Caramiñal. Y así a principios de dicho siglo se nos muestra este sentir en el que se conjugan vida y muerte y del que se conservan importantes documentos cinematográficos y fotográficos.
Pero hay un acontecimiento que internacionalizó esta tradición y su procesión ya conocida de las mortajas: fue el cambio de imagen a mediados del siglo XX. El estado deplorable  de la imagen antigua hacía urgente y necesario el cambio del rostro. Precisamente, en este acontecimiento se detecta la fortaleza de fe y experiencia religiosas de la Comunidad de A Pobra do Deán. Resulta algo muy delicado cambiar una imagen que la devoción popular tiene como referente plástico y espiritual. Y en este sentido, se produjeron tensiones, que al tener un origen sentimental, pecan de incoherentes e innecesarias, y hasta difíciles de cambiar y resolver. En tal acontecimiento salen a la luz las tendencias: por un lado tenemos a un párroco y una comunidad de fe, asentadas en principios y fundamentos de fe en torno a la experiencia de Jesús Nazareno en su Pasión, Señor de la vida, fuente de amor, reflejo de la Palabra de Dios encarnada, vida para la vida de la comunidad, fuente de salud; por otro lado, se manifiestan unos intereses espurios ajenos a la experiencia de fe, basados en un pobre tradicionalismo de un culto indebido a una imagen y sin ninguna base real de fe. El tradicionalismo pobre se limita a cosas vanas y temporales; y por eso, se agarra a lo material sin poder divisar la profundidad espiritual que contiene en sí el peso de los siglos y tradición de una comunidad. La comunidad viva en torno a la fe mantiene inalterada la raíz de la espiritualidad y la tradición, ve el verdadero rostro de Jesús como el elemento que le ayuda a llegar a adentrarse en el misterio y la pasión del Señor, su ofrecimiento de salvación para el hombre y la Resurrección como expresión máxima de la vida. En esta espiritualidad se asienta la reacción de la comunidad del Deán. La polémica tuvo la contrapartida de la difusión. A partir de este desagradable acontecimiento la celebración del Nazareno se difundió por todo el mundo. Y como consecuencia, solemnizó sus actos de culto, dio cuerpo al peso de los siglos, y sirvió como testimonio evangelizador de un mensaje de vida y esperanza para todo cristiano que la conoce y se acerca a vivir el misterio de la Pasión a través de la novena y la eucaristía. En definitiva, cada uno es capaz de caminar como peregrino siguiendo los pasos de Cristo nazareno en un itinerario de vida y como celebración y canto a la vida.

En la actualidad la celebración del Nazareno aglutina a miles de personas invocando su favor y celebrando los misterios de nuestra fe. La fiesta central tiene lugar el tercer domingo de septiembre en el que se celebra la famosa procesión de las mortajas. El desfile procesional sale del templo de Santiago de A Pobra do Deán a las 10:30 y se convierte verdaderamente en un desfile de ataúdes, mortajas, cirios, música, etc. Acompañado todo ello por miles de personas que entonan visualmente e interiormente un espléndido canto a la vida.

Los nueve días anteriores a este domingo tiene lugar la novena del Nazareno al que acuden miles de personas para seguir la Pasión del señor y entonar su himno delante de la presencia de Jesús eucarístico fuente de toda vida. 

Durante el año, existe también una celebración aparentemente secundaria del Nazareno que tiene lugar el primer viernes del mes de marzo. Se trata de una fiesta que se celebra en medio del tiempo de Cuaresma para poder prepararnos a través de la realidad de la Pasión de Cristo a la realidad de la Pascua. Esta celebración denominada de las “Tres Gracias” se desarrolla también a través de la novena.

El sentido y espiritualidad de esta devoción se extiende a todo el año. Son miles los devotos que se acercan al templo del Deán para dar gracias a Dios por su intercesión o para solicitar ayuda a Cristo Nazareno, Señor de la vida. La capilla del nazareno es lugar de referencia para propios y extraños que se acercan a esta comunidad del Deán para reconocer a Cristo Nazareno como Señor y Salvador que por su pasión ha redimido al hombre y le ha posibilitado el sentido y salvación de su vida.

Xoán Manuel Neira Pérez 
Teólogo